Estudio de la USMP señala que el 85% de estudiantes universitarios acepta y tolera la violencia contra la mujer de manera implícita

Publicado el 14 septiembre 2017

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A través del estudio “Sí, pero no”, La aceptación implícita de la violencia contra las mujeres en el Perú, los investigadores Arístides Alfredo Vara-Horna y Dennis Rolando López-Odar, del Instituto de Investigación de la Facultad de Ciencias Administrativas y Recursos Humanos de la USMP, identificaron la aceptación implícita de la violencia contra las mujeres en las relaciones de pareja (VcM).

En la investigación, llevada a cabo gracias a la Cooperación Alemana GIZ, a través de su Programa Regional ComVoMujer y en la que participaron 8,263 estudiantes universitarios (4,182 mujeres y 4,081 hombres), provenientes de 22 regiones del Perú; también se determinó que existe una alta prevalencia de la VcM en estudiantes universitarios en el Perú.

Considerando a las/os estudiantes que tienen o han tenido relaciones de pareja, el 65 % de mujeres ha sido agredida y el 67.1 % de hombres ha agredido a su pareja o expareja, al menos una vez en su relación. Durante los últimos 12 meses, el 50 % de universitarios ha agredido a sus parejas y el 47.8 % de universitarias ha sido agredida.

En cuanto a la aceptación implícita de la VcM, se determinó el porcentaje de hombres y mujeres que afirman rechazarla, pero que aún tienen actitudes implícitas de aceptación y tolerancia hacia ella. Aunque la mayoría de los estudiantes hombres rechaza explícitamente la VcM y subordinación de género (84.4%), existe un grupo significativo que la acepta implícitamente (85.8%). En el caso de las mujeres, el rechazo explícito a la VcM y subordinación es mayor (92.3%), pero igualmente se observa una elevada aceptación implícita (71.2%).

Por otro lado, se identificó que la mayoría de estudiantes han asumido una visión estereotipada de la VcM. Así, las creencias sociales sobre la VcM de mayor presencia son: Las mujeres maltratadas siguen con sus esposos por la familia, 88%; la impunidad, los hombres abusivos con sus parejas no reciben castigo alguno, 81%; la culpabilización, las mujeres se hacen las víctimas, a pesar de que ellas también atacan a sus parejas, 58.3%; minimización, si alguna vez mi pareja me golpease sería un ataque leve sin lastimarla, 32.6%.

Aunque que tanto hombres como mujeres condenan de igual forma a la VcM, los hombres sistemáticamente tienden a justificar la violencia entre 2 o 3 veces más que las mujeres. Esta diferencia confirma la teoría de la dominación patriarcal.

La experiencia de la VcM en la infancia es muy frecuente: 66 de cada 100 estudiantes han observado directamente violencia física hacia las mujeres en su familia durante la niñez. Además, 48 de cada 100 estudiantes creía durante la niñez que en el matrimonio habría, de forma inevitable, conflictos y violencia física. La fuerte relación entre estas variables son un indicio importante de cómo se aprende a justificar la VcM desde edades muy tempranas. Por eso, las experiencias infantiles tienen un efecto significativo en la VcM y en las actitudes implícitas.

 

RECOMENDACIONES

 

Revisar el marco conceptual de los programas de prevención de VcM: Se requiere diseñar programas de prevención e intervención que integren la perspectiva de género, el enfoque psicosocial y estrategias psicoeducativas que incidan en las actitudes explicitas e implícitas asociadas a la VcM.

Evitar programas con mensajes incompletos que promuevan resistencias: Los programas preventivos que no contemplen material para cada uno de los justificadores implícitos, pueden dificultar el cambio de las actitudes y patrones de conducta en agresores y agredidas. Las actitudes implícitas deben ser vistas como matrices de resistencia, que requieren mensajes -en matrices también- para promover el cambio de conducta.

Focalizar la prevención temprana: La niñez es la etapa en la que se inicia el aprendizaje de las creencias, actitudes (especialmente las actitudes implícitas) y patrones de conducta prosociales o violentos en las relaciones de pareja. En la adolescencia, estas creencias, actitudes y patrones de conducta se consolidan. Una atención especial merece las primeras relaciones de pareja, pues son expe­riencias normativas y constituyen la base sobre la cual se construyen las futuras relaciones. Por ello, la mayor parte del esfuerzo de prevención e intervención necesita dirigirse en el contexto de las primeras relaciones de pareja para asegurar cambios conductuales duraderos.

Actualizar la metodología de medición de actitudes: Hasta ahora, gran parte de los estudios de VcM se han centrado en medir la intensidad y contenido de las actitudes, pero han descuidado otras propiedades como el concepto de actitudes implícitas.

Validez de contexto: Si se replica la metodología en otros grupos con mayor nivel educativo y edad, se puede potenciar la generalización de los resultados. Una población interesante sería la de docentes de colegio o docentes universitarios.